Sierra Nevada, Pacific Ranges, California, USA, 1943.
Esta fotografía tiene mucha historia detrás. El 7 de diciembre de 1941 («una fecha que pervivirá en la infamia», según dijo el presidente Roosevelt al día siguiente), la Armada Imperial Japonesa atacó la Base Naval de Pearl Harbor en la isla norteamericana de Hawaii. EEUU declaró la guerra al Japón. Alemania e Italia, aliadas de Japón, declararon la guerra a EEUU. EEUU declaró la guerra a ambos. EEUU entró en la II Guerra Mundial.
Poco más de diez semanas después, Roosevelt emitió la Orden Ejecutiva 9066, ordenando la reubicación forzosa de más de cien mil personas, entre ciudadanos norteamericanos de ascendencia japonesa y japoneses residentes en EEUU, entre otros (había incluso peruanos de ascendencia nipona traídos a la fuerza desde el país andino), en diez campos de concentración construidos expresamente para su internamiento, en su mayor parte en California. Fue el 19 de febrero de 1942, otra fecha que pervivirá en la infamia.
En 1942, el gobierno de EEUU construyó uno de estos campos de concentración en El Manzanar, condado de Inyo (cerca de la ciudad de Independence, en California). Cierto que no eran como los campos de concentración alemanes y, por supuesto, diferían radicalmente de los campos de exterminio nazis, pero eran campos de concentración, no "centros de evacuación" como muchos norteamericanos sin vergüenza han querido llamar a aquellas instalaciones, donde decenas de miles de personas inocentes fueron injustamente privadas de sus derechos constitucionales por una mezcla de prejuicios raciales, paranoia de guerra y odio contra todo lo japonés después del ataque a Pearl Harbor y la consiguiente entrada de EEUU en la II Guerra Mundial.
En 1943, Ansel Adams documentó la vida de los ciudadanos prisioneros en el Manzanar. Es un trabajo especialmente interesante (aparte de por su importancia documental) porque se aparta de su estilo habitual, centrado habitualmente en el paisaje, para reflejar de cerca la vida diaria de los nipoamericanos internados en el campo. En esta serie de fotografías predomina el retrato, aunque también fotografió los paisajes de la zona, de los cuales la imagen que encabeza esta entrada constituye un excelente ejemplo. Se trata sin duda de uno de los paisajes más famosos de Adams, una obra maeestra del género, con una dimensión humana añadida que lo hace aún más relevante.
Cuando ofreció esta colección a la Biblioteca del Congreso en 1965, Adams escribió: «El propósito de mi trabajo fue mostrar cómo esta gente, sufriendo bajo una gran injusticia, y la pérdida de sus propiedades, negocios y profesiones, superaron el sentimiento de derrota y desesperación construyendo por sí mismos una comunidad llena de vitalidad en un árido (aunque magnífico) entorno... En definitiva, creo que esta Colección Manzanar es un importante documento histórico, y confío en que se le dará un buen uso».
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